Abuelito sufre serios maltratos en el albergue “Jesús de la Misericordia”

La discriminación y los graves maltratos que sufre Don Manuel Nieves Solís, de 76 años de edad, en el albergue “Jesús de la Misericordia” del centro, provocaron que anoche el abuelito protestara con un cartel pidiendo ayuda al gobierno del estado, pues ya se dice arto y cansado de los malos tratos que sufre en ese lugar.

Alrededor de las siete de la noche de ayer, “Don Manuelito” como lo conocen sus compañeros, salió del albergue para pararse frente a Palacio de Gobierno y pedirle ayuda para que revisen las condiciones de la casa-hogar.

En plática con Ejes Informativos, Nieves Solís acusó a la directora Landi Carrillo Salazar de ser una persona prepotente y “maldita” puesto que maltrata a muchos de los internados en el albergue, a pesar de que estos pagan una cuota mensual.

“Pido que hagan justicia y que saquen a esos ladrones que nada más roban en el albergue, por culpa de ellos ya no van los abuelitos. Cuando yo llegue allá para navidad nos llevaban infinidad de regalos pero ahora ya no va nadie porque ya conocen el tipo de ratas que son los directivos”, agregó.

El albergue “Jesús de la Misericordia” se ubica sobre la calle 72 número 496 entre 55 y 57 de la colonia Centro.

Cansado y arto de todas las injusticias que imperan en ese lugar, “Don Manuelito” declaró también que recibe muchos maltratos, ya que le patean la puerta y a veces lo sacan del cuarto, que precisamente él asegura compró con su dinero.

“Cuando me dieron el cuarto, no tenía puertas ni ventanas y yo la mande a reparar. Tenía un cuarto completo pero por la ambición de Landi Carrillo me sacaron de ahí y me paso otro cuarto junto con una enferma que está mal de la cabeza, ahora vivimos dos en un cuarto sin ventanas”, aseguró.

El afectado comentó con mucha seguridad que casi todos sus compañeros del albergue lo apoyan en la decisión que tomó de protestar, puesto que lo unció que ellos quieren es justicia.

Asimismo, informó que la directora les cobra unos dos mil pesos a cada viejito por su estancia, lo que no se le hace justo.

“Que la saquen de allá son malos elementos que no sirven para atender un albergue, porque no nos dan de cenar. Solo nos dan un paquete de galletas cada semana, durante once años solo comemos huevo revuelto con un poco de sobras de carne, ya no queremos seguir así”, finalizó.