¿ERES LO QUE COMES?

Muy pocas veces nos ponemos a pensar en cómo o con qué fue regado lo que estamos a punto de comer. Gran parte del sabor que ofrece un alimento, se debe a la manera en la que se nutrió, poco importa qué salsa lleva o con qué se está acompañando.

En las proteínas, por ejemplo, esto es muy notorio. Si alguien ha comido cabrito sabe de lo que estoy hablando. Un cabrito que ha sido libre, que ha pastado saludablemente y ha tenido una muerte sin sufrimiento, sabe completamente diferente a uno que ha estado en cautiverio.

Lo mismo pasa con el pescado de granja: el sabor entre éste y el que vive en libertad cambia radicalmente. Las nuevas generaciones están tan acostumbradas a este sabor, que lo ven como si fuera natural.

Pero, ¿qué pasa cuando comemos pescado recién salido del mar?, pues ahí descubrimos que el pescado tiene un mejor sabor, distinto al que compramos en el supermercado.

Con los vegetales pasa igual. Todo lo que crece en la tierra obtiene de ella los nutrientes que necesita. Para lograrlo, el suelo debe estar en excelentes condiciones, ya que tanto el agua con la que se riega, así como la calidad del abono natural son factores que intervienen en el proceso y en el producto final. Muchas veces para evitar plagas o no perder el alimento se usan químicos y, volvemos a lo mismo, es lo que terminamos comiendo. Somos nosotros mismos quienes en ocasiones preferimos las verduras y las frutas de tamaño parejo y color homogéneo, pero generalmente ésas no son las frutas o verduras reales. Sería bueno que conociéramos y valoráramos el color y la forma natural de las mismas.

Todo suma. Si vamos cuidando lo que comemos con base en lo que nutre a nuestros alimentos, el resultado final será mejor. Nos estamos acostumbrando a alimentarnos sin verificar la procedencia de los alimentos. Y si bien no vamos a poder tener una granja en casa para cubrir nuestras necesidades y cuidar lo que comemos, hay proveedores que garantizan la frescura de los vegetales y el cuidado de los animales. Así que debemos tener cuidado y comprar con conciencia. Efectivamente, eres lo que comes, pero también comes lo que el alimento fue.